Los vemos a diario, pedaleando con sus bicicletas por nuestras calles. Los repartidores de Glovo se han convertido con pasmosa rapidez en parte del paisaje urbano, un trabajo cuya naturaleza ha dado de qué hablar dentro y fuera de los Juzgados. Las primeras Sentencias han sido dispares respecto a las dos principales plataformas que realizan este tipo de repartos a domicilio en nuestro país, ámbito de actuación que amenaza con extenderse más allá de las grandes urbes. Es un debate que entronca directamente con los límites de esa economía colaborativa de la que también hacen gala Uber y Cabify, punta de lanza de un futuro presente en el que gran parte de la prestación de servicios se realiza ya por y a través del mundo 2.0.